La higiene escolar en nuestro país fue una aplicación tardía del higienismo del resto de Europa. En el interés por la salud y el cuidado corporal, especialmente del niño, se sitúa la preocupación por la higiene. Cuando este interés se traslada al niño como ser educable, como miembro de una futura generación, nos situamos ante lo que entendemos como higiene escolar (Moreno, 2007). Sobre la recepción de la higiene escolar en nuestro país, Lahoz (1992) ha indicado tres fases superpuestas. La primera, de recepción y asimilación entre las élites culturales a lo largo del siglo XIX. De manera lenta, el higienismo escolar comenzará a introducirse a través de exiliados políticos y la asistencia de los médicos y educadores a congresos europeos, así como el desarrollo de las ciencias sanitarias. Madrid fue la sede del IX Congreso Internacional de Higiene y Demografía (1898), en el que participaron varios ponentes españoles con temas sobre la higiene escolar y la educación física. En una misma línea de intervención, fue la asistencia al Congreso Internacional de Higiene Escolar en Nuremberg (1904), en Londres (1907), París (1910), etc. En España, el primer Congreso de Higiene Escolar (1912) tuvo lugar en Barcelona.

Una segunda etapa en la introducción del higienismo en España fue la difusión y ordenación normativas, impulsada por los liberales, regeneracionistas y educadores progresistas enmarcados en la Institución Libre de Enseñanza. 

La tercera etapa corresponde a la puesta en práctica de las teorías, a través de iniciativas como escuelas al aire libre, colonias escolares, cantinas y roperos escolares, etc. No es de extrañar, por tanto, que el primer motivo de la introducción de la higiene en el discurso escolar fuese la profilaxis de las enfermedades contagiosas. Los niños, principalmente los pertenecientes a los grupos sociales más desfavorecidos, eran un excelente caldo de cultivo para acoger las patologías mortíferas. El maestro se veía obligado a aislar al niño enfermo de los demás escolares para impedir el contagio. El segundo motivo estuvo relacionado con trastornos infantiles producidos por el trabajo escolar y las condiciones materiales del mismo. Los renovadores pedagógicos de nuestro país (Giner de los Ríos, Cossío, Rubio, etc.) indicaban los defectos de la enseñanza pública, subrayando el intelectualismo extremo de sus programas.  

Fuente: Almeida Aguiar, A. (2022). Higiene Escolar en España, 1900-1936; en Otero, Luis y De Miguel, Santiago. La educación en España. El salto adelante, 1900-1936. Madrid: Catarata, 2022, pp.102-114.

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